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La Vitalidad es el presente. Todo está en la vida y es la vida, los cuerpos mueren pero la vida continúa, es eterna. Siempre se está en medio de la vida y la vida en medio de nosotros. Nos atravisa para llegar a otros, así como atravesó a otros, para llegar hasta nosotros. La vida es incontrolable, poderosa, inalienable, misteriosa, creativa. La vida es salvaje: es el amor.



lunes, 28 de marzo de 2011

NIETZSCHE: AVISADOR DEL FUEGO

Antes que Benjamin y la Escuela de Frankfurt, Nietzsche habla de la barbarie que se aproxima en Alemania. Desde su visión aristocrática crítica ve aproximarse el futuro fatídico de Europa en el siglo XX, el avance de la chusma y la catástrofe civilizatoria en nombre de estupideces como la raza y la superioridad sajona o aria. Nietzsche a su manera, es también un avisador del fuego, con su mirada en las alturas, desde la región de los fríos hiperbóreos, como un centinela ve con una mirada de desprecio aproximarse con sus banderas, uniformes e insignias a las huestes de los bárbaros, los esclavos, el reino de la barbarie y la estupidez.

Qué lejos estaba Nietzsche de los “hombres” de su tiempo y su latitud, profunda, trágicamente lejos. Y qué lejos están todavía de entenderlo en Europa y en los satélites, sucursales, europeos que son las academias de filosofía.
                                                     
PRIMAVERA DE 1884

                                                                          194

“Primera cuestión: el dominio de la tierra es anglosajón. El elemento alemán es un buen fermento que no sabe dominar. Tan sólo porque tiene que tratar con pueblos fatigados y ancianos, el dominio de Europa será alemán. Es su barbarie, su cultura atrasada, la que le dará el poder.

Francia está por delante en el terreno de la cultura, un signo de la decadencia de Europa. Rusia tiene que convertirse en el señor de Europa y Asia; ha de colonizar y conquistar China e India. Europa se encuentra hoy como lo estuvo Grecia bajo el dominio de Roma...

sábado, 19 de marzo de 2011

San Ernesto de la Higuera


Es notable la manera en que el discurso popular habla y concibe aún hoy los hechos más significativos de la realidad en la forma de mito o  relato legendario, aquellos hechos que tienen que ver con su existencia, su liberación o su resistencia a desaparecer. En América Latina los pueblos siguen existiendo y siguen soñando dormidos o despiertos, pues eso son los mitos, los sueños colectivos de un pueblo, las esperanzas fundadas en el pasado o en el futuro, que no una simple ficción o mentira, sino relatos fundacionales para una comunidad, la dimensión "irracional" pero intuitiva, afectiva y simbólica con la que el hombre tiende a dar sentido a su realidad, incluso en la modernidad donde se exalta dogmáticamente la razón el hombre funda y da sentido a partir de relatos míticos findacionales como el progreso,  la ilustración, la democracia o el contrato social que más que ser una realidad objetiva y mesurable son imágenes y relatos ficticios con los que el hombre moderno funda sus esperanzas y la legitimidad de su actuar.


Un relato legendario más bien popular es el del Che Guevara en Bolivia, que como Zapata en México o Massanielo en Nápoles, pasa de boca en boca con el aliento de la esperanza y la confianza en la propia comuidad o los integrantes de la comunidad. Se cuenta que la última anciana que vió vivo al Che en Bolivia cuando este se encontraba arrestado, dijo a un reportero haberle dado su última sopa, que el Che estaba esposado y entonces ella les pidió a los soldados que le desataran las manos para que pudiera comer su sopa, y que al estar con las manos libres y antes de comer, el Che le preguntó si los demás compañeros ya habían comido, y después el Che la miró con una mirada con la que no podían mirar los ojos de los soladados. La anciana contaba ese relato con aquel plato en las manos donde el Che había comido su última sopa, en un poblado llamado la Higuera, donde se santificó al Che Guevara con el nombre de San Ernesto de la Higuera.

domingo, 13 de marzo de 2011

LOS MISTERIOS DE JUAN RULFO

La obra de Juan Rulfo es un momento y un espacio fundamental de la cultura mexicana y latinoamericana, es como una especie de sueño con los ojos abiertos, como un momento de visión, como el oráculo de estos pueblos. En su obra Rulfo habla con la voz auténtica de los pueblos americanos, o para decirlo mejor, como si fuera un poseso, los pueblos americanos hablan a través de la obra de Rulfo, de sus vidas, sus dolores, sus sueños, sus sentimientos y sus desgracias de una manera tan extraña, tan enigmática y misteriosa como sublime son las imágenes de las que rebosan sus relatos, hojas y flores innumerables de un  bosque misterioso. Pues como dice Heriberto Yépez, Rulfo es un poeta y no uno de tantos ni de los mejores, es el más grande, y las pruebas son cada una de esas trescientas páginas que integran la totalidad de su obra (una novela breve y dieciséis cuentos) y donde no sobra ni una sola palabra, al contrario, trescientas páginas que comprenden miles de palabras, imágenes y pensamientos más que los que ahí están dichos, lo que nos deja ver Rulfo en su complejidad y su misterio apenas es como dicen los críticos profesionales la punta de un iceberg que se sostiene sobre uno o muchos mundos completamente increíbles, sus palabras son el claro de un bosque apenas alumbrado por la pálida luz de la luna, sus páginas están hechas de sombras.                    

Cuando se trataba de averiguar para entender el prodigio, de dónde sacó Rulfo su lenguaje, sus expresiones, sus personajes, la vida que amasó como palabras para convertirla en los más grandiosos relatos escritos en estas tierras, las respuestas eran más preguntas y confusión, que él mismo alimentaba, se averiguaban los episodios de una leyenda o de un relato fantástico que no pocas veces entraban en contradicción unos con otros. Así se ha identificado más de una vez el lugar "verdadero" de su nacimiento en varios pueblos de Guadalajara y Guanajuato; se ha explorado una infancia atroz llena de muertes que empiezan a contarse a partir de la del padre cuando él tenía seis años, y es seguida, casi inmediatamente por la de su madre y lo hacen terminar en un orfelinato jesuita; se han buscado los pueblos fantasmas de Comala y La Media Luna y a sus habitantes fantasmas; se ha rastreado la historia de su familia, donde se habla de tíos abuelos incestuosos, de un abuelo y un padre hacendados, este último muerto como su personaje "Pedro Páramo" en manos de un peón ebrio. Y, por último, se han barajado los testimonios del propio Rulfo quien hacía del laconismo, la mentira y el humor negro una forma de literatura ha decir de Arreola.