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La Vitalidad es el presente. Todo está en la vida y es la vida, los cuerpos mueren pero la vida continúa, es eterna. Siempre se está en medio de la vida y la vida en medio de nosotros. Nos atravisa para llegar a otros, así como atravesó a otros, para llegar hasta nosotros. La vida es incontrolable, poderosa, inalienable, misteriosa, creativa. La vida es salvaje: es el amor.



domingo, 27 de febrero de 2011

Película ¡Viva México!

¡Viva México! no es una película ni un documental ni un espectáculo, no está hecha para divertir ni en el cine ni en la televisión de la sala, su duración de dos horas defendida obstinadamente por su “director” se opone a los rituales y códigos comerciales. Y sin embargo, ¡Viva México! conmueve y alimenta, se comunica de corazón a corazón, de cuerpo a cuerpo, como un diálogo entre entrañas, es un diálogo entrañable, porque cuando se ve la pantalla lo que se ve es la imagen y la voz de un pueblo, la realidad que ha dejado de figurar en la pantalla tanto de la televisión como del cine, los rostros y la palabra de gente pobre y pequeña, hombres y mujeres pobres que encarnan la historia de México y cuya existencia no es noticia ni argumento ni trama de ningún espectáculo pero, sin embargo, con cuyas vidas y muertes está hecha la realidad de las calles, los campos, las montañas y los mares de México.

¡Viva México! no es una película ni un documental es un sueño con los ojos abiertos que en veces se convierte en pesadilla, en veces de terror, pero también, en veces, en visión de esperanza y de mañana. Como en la imagen y la voz de una mujer de cerca de cien años quien habla de Marcos como de lo que se organiza en su recorrido, con las palabras y poesía (in xochitl in huicatl: flores y cantos) del lirismo popular, con la belleza de la vida encarnada en el pueblo de México:

“Es como yo le decía anoche al Comandante Marcos. Que yo le decía que yo sentía aquella emoción, aquel cariño, aquel sentimiento grande, profundo… Pero no sentimiento del sino, sentimientos de alegría de corazón. Dondel pasa es una historia que nos va dejando, un airecito como que va plantando, como que se pegó en aquella barda.

Yo lo que le pedí el favor a él que fuera con nosotros a Tinganbatos, para que vieran los señores, los ricos que no semos solos, que hay gente que nos apoya anque no es de nuestro pueblo. Pero estamos concientes que tienen que ayudarnos. Como él dijo es una  familia. Como una familia. Y sí, así va a ser.”


sábado, 19 de febrero de 2011

Cuento yaqui-revolucionario "Filibusteros"

Un saludo para todos los amigos, hermanos y cómplices de este blog y de la multitud que habita en mi interior, estamos de fiesta, con gran griterío y baile que compartimos con ustedes, porque el cuento "Filibusteros" ganó el concurso de cuento de la Facultad de Filosofía y Letras "Inventar las revoluciones".

El cuento trata de expresar la concepción americana de la revolución, una concepción fundada en una particular mitología y forma de concebir el tiempo y el mundo, una racionalidad particularmente diferente que piensa la revolución en otros términos: el mito, la tradición, el sueño, la magia, el pasado; diferente al tiempo lineal del progreso y la racionalidad occidental. Creemos profundamente en que es posible construir otro mundo donde quepan muchos mundos, y que para hacerlo, tenemos que mirar  hacia esos otros mundos que ya han existido, los mundos de los pueblos originarios e indígenas.

Salud, AMor y Anarquía.

ATT.
     El autor como productor.
A continuación adjunto el cuento. ¡Disfrútenlo!

miércoles, 16 de febrero de 2011

El Panteísmo Spinozista

Spinoza es un filósofo sui generis, un filósofo creativo, que crea en la filosofía, inventa y reinventa todo un estilo, un método, una estrategia: una nueva lengua necesaria para hablar de una manera nueva del mundo. Spinoza es un artista del pensamiento. Así lo considera Deleuze al referirse a él como un filósofo-cometa, como esa especie de filósofos que tardan siglos en aparecer y cuando lo hacen iluminan la noche, como si se tratara de una estrella que como la polar guiaba a los marineros y a los viajeros en sus caminos; pues hay diferentes tipos de filósofos y formas de hacer filosofía, los hay que crean y reinventan el pensamiento y los hay que entienden, difunden y practican ese pensamiento. La filosofía alcanza para todos y para todo, como pensaba Epicuro al decir que independientemente de ser hombre, mujer, señor o esclavo, nunca se es demasiado joven ni demasiado viejo para ser feliz y para vivir bien, es decir, para practicar la filosofía.

La creación que lleva a cabo Spinoza la realiza con los materiales más selectos de su época y con el legado más elaborado de las tradiciones que conoce y en medio de las cuales crece. El panteísmo de Spinoza es la reformulación de todos esos conocimientos, de un modo tal, que permita conservar y potencializar su poder, la producción de un auténtico conocimiento nuevo que sea capaz de comprender profundamente el presente y su desembocadura, el futuro, al tiempo que implica la dimensión positiva y práctica con la cual enfrentar los problemas de la realidad presentes y en gestación en su tiempo, que es la transición de una época a otra, el paso del mundo medieval a la modernidad.

El panteísmo de Spinoza recoge las más altas discuciones escolásticas en torno al Ser, su identificación o diferencia con Dios, y con ello, la dignidad de lo real, del mundo y del hombre. Pues a partir de una reflexión metafísica que es la de Dios y el Ser -si Dios es el Ser o Dios es el creador del Ser y por ello algo completamente diferente- pasa a considerar el valor del mundo y del hombre, su dignidad como parte de lo más digno y valioso, Dios. Entonces, el panteísmo adquiere no solamente una dimensión teórica comprensiva de lo real, el Ser, sino también una dimensión práctica, la theoría y la praxis ética y política panteísta, la valoración en extremo positiva del mundo y del hombre, según la cual, el ser humano tiene la capacidad de transoformar y ordenar su existencia individual y social; y esa capacidad se convierte en lo más importante, la salvación o la gracia, que consiste en arreglar u ordenar la propia vida en la certeza de que uno es parte activa de la totalidad, y con ello, de su orden, es decir, que puede entenderlo y practicarlo. Lo que se traduce en alegría, que como beatitud puede llegar a ser permanente, basada en el amor, hacia uno mismo, los otros hombres, el mundo y el universo entero como un amor a Dios, amor Dei intellectualis, con el cual y a través del hombre Dios se ama así mismo:

                                           Taller de Spinoza

martes, 8 de febrero de 2011

SPINOZA Y UNA POSTMODERNIDAD POSITIVA

Lo que distingue al pensamiento spinozista de Deleuze y Negri de otras formas de abordar la problemática de lo postmoderno, es su carácter positivo y revolucionario, que lo convierte en un pensamiento peligroso, y por ello incómodo, ya que cuando se habla de crisis de la modernidad o incluso de fin de la modernidad, se habla en términos apocalípticos o escatológicos, siempre reaccionarios y conservadores, como si se tratara del fin o la meta del mundo, reproduciendo la tendencia etnocéntrica y absolutizadora de lo moderno en Occidente, que pretende concebir la historia de la humanidad y del mundo como sinónimo de la historia de Occidente, concibiendo con ello, que el fin de la época pretendidamente más avanzada de Occidente implica el fin del mundo. Cuando, como ven Deleuze y Negri en su perspectiva revolucionaria, en la palabra misma  postmodernidad se encuentra delineado un horizonte de posibilidades más que la cancelación de cualquier posibilidad, post-modernidad habla de lo que está o estará más allá de la modernidad, habla de una nueva época, habla de una transición y no de un fin, habla de cambio y no sólo de destrucción, habla de la vida misma que continúa y no de muerte ni de nada.

Spinoza parte de una “noción”, intuición, de lo absoluto ininteligible en sí, y sin embargo, comprensivo y comprensible, del hombre y en lo relativo al hombre; puesto que si Dios es todo, también será el hombre y la colectividad humana, y entonces, el hombre habrá de encontrar en sí mismo y en sus semejantes los principios y las formas de la colectividad, de una forma absolutamente inmanente y colectiva, pues en Spinoza nada ni nadie existe en solitario, individualmente carece de sentido, lo in-diviso es solamente imaginario, ya que todo es comprendido e implicado por Dios, es decir, cada existente está relacionado necesariamente con otros existentes para poder existir, en sí mismo cada cuerpo-existente, ya es un colectivo que integra otros colectivos. Y, así, contrariamente a la modernidad Spinoza encuentra el epicentro de su pensamiento en el motivo de la colectividad como si sorprendentemente intuyera y criticara el individualismo y egoísmo mezquino en gestación.

Spinoza es postmoderno, un pensador póstumo y del pasado mañana, es antimoderno, pero sobre todo, utópico, nos invita a liberarnos de la reacción y a creer nuevamente en el hombre, la colectividad y el mundo. Spinoza nos invita a ser otra vez colectividad y desde ahí empezar a valorar nuevamente nuestro comportamiento y nuestras ideas, en la perspectiva de que otro mundo aún es posible y necesario.


miércoles, 2 de febrero de 2011

Sartre-Deleuze ¿Qué es la literatura y qué es la filosofía?

Existe una gran relación entre Sartre y Deleuze, una especie de filia profunda, intelectual y afectiva. Para el joven Deleuze, Sartre es un modelo y una inspiración, al que leía con vehemencia al punto de que la aparición de El Ser y nada constituye un acontecimiento en el que se precipita intensamente durante un mes, hasta que leyó y asimiló sus páginas de principio a fin. El maestro fue también un precedente intelectual que allanó el camino para el devenir que se avecinaba en la siguiente generación del pensamiento francés (Foucault, Deleuze, Derrida), fue una respuesta al anquilosado pensamiento alemán, particularmente al existencialismo negativo y "conservador" de Haidegger, haciendo actuar la positividad del pensamiento, destacando el carácter productivo incluso en la misma nada, que para Sarte implicaba la dimensión de la libertad y de la creación humana.

Deleuze recordaba con un particular afecto, una especie de amor y nostalgia, la presencia del profesor Sartre como una ráfaga de aire fresco que aliviaba de la asfixia de un profesorado sumiso a los cánones y formas de la historia de la filosofía escolar idealista, reaccionaria y conservadora. Y tengamos presente el sentido simbolismo que para Deleuze tiene el aire y el viento, ese viento con el que los comentadores se refieren a su amado Spinoza, ese viento con el que el hombre de Kieve de Malamud describe ante un juez lo que es leer a Spinoza: "es como un viento que te empuja por la espalda como si fueras en la escoba de una bruja, una vez que has empezado a leerlo no puedes parar".

Deleuze piensa en Sartre como una ráfaga de aire fresco que inspira y, a su vez, lo inspira en más de un sentido, desde el análisis existencial que aquel propone en El ser y la nada y es el antecedente filosófico del esquizoanálisis, hasta su concepción del pensamiento, la literatura y la filosofía.